Observando a este coleóptero transitar dubitativamente sobre unas florecillas de jaramago,
presagiaba que emprendería un vuelo de un momento a otro. Así fue, justo al
llegar al límite de las florecillas despliega sus élitros y ¡zas! Al aire.
Nada más ver la acción del comienzo del despliegue, disparé
la cámara, dando un resultado tan inesperado como casual.
En efecto, el insecto aceleró de tal modo que bastó un
instante para casi desaparecer del encuadre, aunque si captado a una velocidad de disparo baja, de
ahí el efecto de la toma.