Sobre un extenso rosal Mermaid,
pululaban numerosos insectos ofreciendo una actividad un tanto peculiar al
observador. Entre ellas se repetía una y otra vez la que llevaban a cabo los
machos de Anthidium, protegiendo su
territorio (aproximadamente parcelas de un metro cuadrado por cada uno de
ellos). Para ello, cuando algún otro macho u otro insecto se posaba en alguna
flor del interior de dicho territorio, automáticamente era expulsado con
contundentes golpazos. Tan solo eran bien recibidas las hembras, en cuyo caso
el macho era proclive a copular, debido a encontrarse dicha especie en los días
de apareamiento.
En la foto superior un Bombus
terrestris es alcanzado por un macho, perdiendo el equilibrio. El Anthidium se retira momentáneamente y
acosa después nuevamente al Bombus consiguiendo
su huída.
En la foto inferior un macho va al encuentro de una hembra
alojada entre las dos flores.