Pasada la mitad del mes de julio cuando hacen días con temperaturas por encima de los 35ºC, los setos de lavanda se agostan rápidamente, quizás sea la razón por la que numerosos insectos de especies distintas, acuden desde primeras horas de la mañana a succionar el interior de las pocas florecillas que quedan.
Bombus pascuorum cazado en vista frontal entre varas de lavanda.
El mismo ejemplar volando momentos antes de llegar a una florecilla donde pudo alimentarse.
Bombus terrestris atareado en limpiarse el aparato bucal, antes de posarse en una nueva flor para chupar néctar.