Circulando
en coche por uno de los denominados “muros”(caminos de tierra
sobreelevados respecto a la lámina de agua), entre las tablas de las
marismas próximas a Sevilla, al pasar por el costado de una charca y
su espadañal, emergío una preciosa garcilla con tal brio que
disparé la cámara totalmente a ojo, pensando que sería casual que
al menos la encuadrase.